lunes, 28 de junio de 2010

La previa de la previa

Hay una semana para hablar de otras cosas. Para preguntar por las familias y las mascotas. Para darle de comer al pez medio muerto, famélico de ver humanos corriendo el verde tras una pelota y a sus dueños que lo olvidaron viendo el triste espectáculo en high definition.
Hay una semana para que la oposición se reagrupe y afile sus colmillos, para que el gobierno piense en otra celebración que exalte el espíritu patrio.
Para que los bloguistas unidos agoten todo ese palabrerío que tienen dentro y nos dejen en paz.

Pero el caso es que la gente está ansiosa, como mínimo, nerviosa en promedio y completamente loca en algunos casos. Y no hay nada como distraerla con presunciones literarias y opiniones sin valor.

Aprovechemos el desconcierto que genera no jugar en cinco días y digamos boludeces con impunidad. Tengamos un discurso armado, como los jugadores y los técnicos, así no tenemos que responder lo que no queremos.
Aprovechemos que las mujeres luchan por la igualdad y hablan de fútbol para hacer notar nuestra sabiduría en la materia. Intentemos impresionarlas y mantenerlas alejadas de gente realmente letrada en el asunto.
Saludemos al colectivero con una sonrisa cómplice, como si nos estuviese llevando hasta la fría Ciudad del Cabo a enfrentar a los alemanes y preguntemos si al cruzar Pueyrredón piden pasaporte.

Hay una semana para soñar con otra semana. Para pedir por De Michellis y por Messi.
Una semana para ver partidos y no sufrir. Para desligarse de cábalas, de miedos infundados.
Una semana para reflexionar acerca de la importancia de los balones de fútbol en el desempeño de los grandes jugadores y de la importancia de los jueces de línea y de Osorio para los grandes equipos.

Por lo pronto, el flan perfecto sigue de licencia por tiempo indefinido. Ya volverán la literatura y el peso de las palabras. Por hoy, unos cuantos garabatos para el que guste. Y la promesa de más fútbol.

1 comentario:

  1. ahora mandate uno acerca de la derrota de hoy...

    decia un sabio, no me da miedo la derrota, me da miedo habituarme a ella.
    mentira lo digo yo, ja

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