domingo, 16 de marzo de 2014

Hagan algo

El flan perfecto se convierte en un suspicaz lector de la prensa independiente y de doce horas de debate parlamentario extrae la dipersión de Boudou jugando al sudoku, como metáfora perfecta de la vagancia oficial, extendida al resto de la población con sus prácticas clientelares. "Prefiero un país sin haraganes aunque para lograrlo algunos miles mueran de hambre. Es el sacrificio necesario si queremos un país normal", se define políticamente el flan perfecto, dispuesto a recuperar lo bueno del kirchnerismo y a dejar atrás lo malo, como Massa, que era lo bueno del kirchnerismo.
Se convierte también en panelista penalista sin tener que soportar el tedio de leer un texto completo. Y para qué estudiar el anteproyecto si diarios regionales sostenidos con fondos obtenidos del reciclaje de pilas como Clarín y La Nación le resaltan los puntos principales. El razonamiento del flan perfecto sigue del siguiente modo: "Los vagos creados y mantenidos por este gobierno son tan delincuentes como ellos, y juntos festejarán en una orgía de choripanes y planes sociales pisando el cédped de la plaza de mayo cuando se apruebe el nuevo código penal que los exonerará de todo y condenará con prisión perpetua a todo pensador independiente, como Alfredo Casero o Joquín Morales Solá".
Redondito, piensa el flan perfecto cada vez más agudo, dispuesto a darle batalla a las columnas dominicales de Alejandro Berenztein.
Pero no todo es una pelea de egos, no mientras la batalla cultural esté en marcha. No mientras "la reina", poseedora exclusiva del síndrome de hubris, nos quiera convencer de que el gasto social en realidad es una inversión. No mientras la yegua nos quiera convencer de que mejor que tener la plata de los jubilados en manos de especuladores privados es utilizarla con el engañoso concepto de generosidad intergeneracional.
El flan perfecto es zonzo pero no boludo y no dudará en sumarse a la recolección de firmas si peligra la república. Antes de despedirse les pide a los lectores que si algo pasa, si lo sacan del ciberespacio, que hagan algo. "No les pido que lo hagan por mí. Se los pido, pero para que hagan algo por ustedes", concluye sabiendo que unos cuantos traidores lo tildarán de destituyente.



jueves, 16 de enero de 2014

Un evento colectivo

Ningún momento más oportuno para irse a vivir a la montaña, fantasea el flan perfecto, ahora que las palometas comen extremidades y los rayos no respetan la vida balnearia.
Ninguno más oportuno para cultivar su propio alimento y sus propias hierbas, ahora que Monsanto y el imperio de los narcos. Ahora que los formadores de precios, la puja distributiva y la emisión de dinero.
El flan perfecto no teme a la vida austera tanto como a los insectos, pero toma como parámetro al náufrago y concluye que a más tardar en dos años dominará la naturaleza y tendrá un físico privilegiado.
Mantenerse incomunicado redundará en palpables beneficios, ahora que los medios paraoficiales copan la parada y Dante Palma maneja la agenda mediática. Ahora que sobre Milani nos advierte Magnetto, siempre tan derecho y humano.
El flan perfecto se pregunta cómo abogar por la unidad latinoamericana y por la revolución bolivariana sin la cobertura emancipatoria del 3G. No concibe cómo ayudar a los que menos tienen sin indignarse en un truculento estado de Facebook. 
Pero la desesperanza no cabe cuando el sueño esta en marcha, cuando los viejos se van a vivir a la montaña y los jóvenes pelean. Algún día llegarán las buenas nuevas con el viento a tocar la puerta del flan perfecto, que aún solo podrá alegrarse por su pueblo y comprender, como todo demasiado tarde, que la felicidad es un evento colectivo.