sábado, 23 de julio de 2011

Ese fuerte viento que sopla

El flan perfecto dejó pasar mucho tiempo. Tiempo importante, del que se mide en acontecimientos.
Dejó pasar la elección porteña. Dejó pasar la ruptura Forlán-Zaira Nara. Dejó pasar la eliminación temprana de Argentina, a manos de un vecino que está a un río y a un penal de distancia. Algo desconcertado pide balotaje, convencido de poder revertir la diferencia. Quizás pidiéndole a Romero que no se tire tres veces para el mismo lado.
Pero al argentino promedio no se deja amedrentar. "Vamos a defecar más que nunca estos días que se viene el Pampero y les vamos a llenar la costa de mierda", dice el flan perfecto y se disculpa por el exabrupto al tiempo que duda de su aseveración meteorológica. "Son las cosas que genera el futbol. Y a veces, en nuestro caso, la falta de él".
De todos modos poco le importa el fútbol al flan perfecto ahora que Zaira está disponible. "Es una chica bien, muy mona", comenta medido. "Por eso no sorprende que le haya ido como la mona con Forlán", sigue y se pone pesado.
En cuestiones políticas el flan perfecto es más centrado, menos visceral. Tiene su voto y lo defiende, pero ante todo aboga por el respeto. "No tolero la intolerancia", enfatiza seguro de haber pronunciado una paradoja que perdurará en el tiempo. Cuando se le pregunta asegura que no votará al de amarillo porque le parece macriavélico y hace una pausa para ver si el término acuñado tiene aceptación.
Ciertas fotos en las que se lo ve con gente de barrio y en circunstancias casuales hacen dudar a este importante elector. Pero su costado crítico pregunta con una astucia punzante: "Y si esas fotos están armadas?". Quizás con actores pagos. Probablemente con un photoshop sin límites que transforma Recoleta en un paupérrimo barrio del Sur.
Por otro lado, el flan perfecto no quiere pecar de mal pensado y se le ocurre que cualquier cosa desde el ángulo (in)adecuado puede ser mal vista. "Cualquier famosa actriz hollywoodense podría confirmarlo", farfulla mientras horribles imágenes de Britney Spears se proyectan en su mente.
Con todo, el flan perfecto sigue defendiendo la democracia. "Odiar a la mitad de los porteños no me parece constructivo", dice apelando a lo que imagina como un público sensato, dueño de las mejores intenciones. Se le ocurre que comentarios como esos son el atajo perfecto a un voto que sale desde las entrañas, con la violencia de un disparo, y que atraviesa las urnas hasta alcanzar al pueblo y herirlo.