martes, 18 de mayo de 2010

Regla de tres

Se desparrama el joven por las vertientes de una matemática incomprensible. Se deja caer, hasta recordar sólo polinomios, y una aproximación a las derivadas.
Se hunde en un pasado menos glamoroso, donde las camperas de jean y gente de la buena en harapos. Donde las fiestas de pura oscuridad, con la sonrisa inocente de quien no sospecha el paso del tiempo.
Atenta contra su salud con vasos de bebidas inexplicables. Con pogos de gente más robusta, dueña de una historia más violenta. Y con el frío polar del regreso.

Se desparrama el adolescente por las vertientes de una matemática poco comprensible, se deja caer, retrocediendo hasta recordar sólo ecuaciones e inecuaciones, y las propiedades de los triángulos.
Se sumerge en un pasado menos revoltoso, donde las carpetas número tres y el uso del transportador. Donde los bailes del colegio vecino, con la ropa equivocada de quien no sabe combinarse.
Atenta contra su aspecto con un jopo inexplicable y agita su estatura subnormal al ritmo de "A rodar mi vida".

Se desparrama el niño por las vertientes de una matemática amable, se deja caer, retrocediendo hasta recordar sólo las cuatro operaciones básicas, y la regla de tres simple.
Se zambulle en un pasado glorioso, donde las aulas el segundo hogar, donde los amigos la familia.