jueves, 31 de mayo de 2012

Huida y deforestación

El flan perfecto aparece con el último aliento del otoño templado, concluyendo que el calentamiento global no puede ser tan malo si redunda en inviernos más cortos. "Hay que pensar en el bien común", dice mirando de refilón a unos cuantos desalmados que trabajan para Greenpeace y para la selva chaqueña. Hay actitudes que no comprende, en el marco de una estricta escala de valores, pero se consuela pensando que si no se ajustan a los intereses del pueblo pronto serán expropiados y manejados por un buen funcionario de gobierno.
El flan perfecto aparece también en un acto simbólico y de presencia, no sea cosa que unos cuantos ingleses vean un espacio deshabitado y se erijan en armas y en gobierno. "Como una vez le pasó a mi tía Pocha, que alquiló carpa por quincena en Mar del Plata y al cabo de dos días nublados que hizo centro, un puñado de hombres-Beckham ya se había instalado e izado su bandera", comenta para poner el asunto en un plano más cotidiano.

Se relee el flan perfecto y lo asalta la congoja, descubre en sus dichos partículas de odio dispuestas a atascarse en los corazones, junto al colesterol malo y a las flechas de Cupido. "Las palabras, como las cucarachas, llegan rápido y sin aviso pero no desaparecen ni con la bomba atómica", reflexiona y piensa seriamente en eliminar el archivo, vender la computadora y dedicarse a la deforestación. Al cabo de un momento resuelve que sería una actitud cobarde y que para cobardes ya están Caruso Lombardi y el Muñeco Gallardo. "Paradójico apellido para un hombre que rasguña a sus oponentes", señala mientras imagina una divertida pelea entre ambos.

El flan perfecto no quiere pecar de cholulo y se guarda las horas de pensamientos dedicados a la separación Cabré-Tobal para proponer temas más serios. Uno que le preocupa de sobremanera es la cantidad de gente que se la pasa hablando en el cine. Es cierto que no es asiduo, dados su ingreso y falta de acompañante, pero aun así cree que el tema se está desvirtuando, que ya era suficiente con el ruido a pochoclo y los reflejos celulares. Adjudica todo el asunto a la clásica postura de "me cago en el otro" y a la caída en desuso de los antiguos cafetines como punto de reunión. Como todo buen ciudadano no plantea un problema sin ofrecer una solución: se postula como acomodador de sala hasta que concluyan los avances y francotirador a pedido hasta el fin del largometraje. "F16 a D13", sentenciaría en su pantalla un avanzado sistema de buchoneo, para que instantes más tarde un certero disparo silenciado deje llorando a la muchacha del asiento D14 y aumente de manera infinitesimal el PBI per cápita.

Se pregunta el flan perfecto qué le anda pasando para pensar tantas cosas horribles, si aquel asuntito de la pérdida de su perro Puchi no lo estará afectando. Una lágrima comprueba sus más rebuscadas sospechas y regresa la idea de la huida y deforestación. Ahora con más fuerza, con el Chaco como un leve entrenamiento para el talado definitivo del Amazonas. Una vez más la idea de escapar se presenta como algo tangible en su corta vida, como si de veras significara un cambio. Como si no fuera la versión nómade de vivir con un miedo que a menudo lo paraliza y casi siempre lo deja mirando para otro lado.


2 comentarios:

  1. jejeje... buena onda. el flan perfecto mas lleno de malevolencia q nunca, jeje


    abrax!

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  2. me re cabio amigo... esta re zarpado tu chamuyo... pero decile al flan ese que se rescate viste... jajajajaja muy bueno manu

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