martes, 11 de agosto de 2009

Un cuerpo cayó

Descansar no pareció una excusa suficiente para detenerme a un lado del camino. Pensé en un accionar sin sentido, en un capricho atribuible a la razón, que comprobaba con malicia los límites de su alcance. Alcé la vista, pasé por alto la sinuosidad del camino y registré entre algunos cerros, mi último destino.
Divisé primero la aldea y sostuve la mirada por un tiempo. Pronto mis pupilas se acostumbraron al sol y a la bruma. Pude ver las calles de la entrada, las casas de barro y gente de espíritu grave.
Me adelanté a vivir con ellos. Supe escucharlos en silencio. Aprendí sus rezos y sus plegarias, acudí a sus ritos con respeto. Conseguí mi tierra y construí su techo. Trabajé con ellos, descansé a solas y me enamoré en secreto.
Enfermé de viejo, con la piel rajada. Esperé sentado y miré cuesta abajo las curvas del regreso. Avisté entre los cerros aquel punto en el camino y sostuve la mirada por un tiempo. Pronto mis pupilas se acostumbraron al sol y a la bruma.
Un cuerpo cayó. Primero en sus rodillas, después sobre la palma pálida de sus manos, y por último, en la orilla izquierda del camino.

2 comentarios:

  1. aca tambien te firmo manolo.
    muy piola, me gusta. al limite.

    gracias enano!

    un abrazo

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  2. me gusto mucho!
    este es mas libre para interpretar no?
    despues te cuento lo q yo interprete..

    abrazo!

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