miércoles, 19 de agosto de 2009

Orden

Pensemos. Lleguemos a un acuerdo y llamémosle Verdad. Establezcamos un orden. Apliquémoslo con rigor. Soltemos a nuestros soldados. Reprimamos. Con violencia, si fuera necesario. Gritemos desde un balcón. Pura demagogia, una tras otra, hasta alcanzar la unanimidad.
Seamos fríos. Es más fácil, más práctico. Lloremos de emoción y no de tristeza. El Ejército no lo permite. Pongamos un objetivo y no lo alcancemos nunca. Corramos hacia a él.
Consigamos una novia y acostémosnos con ella. Digamos cosas lindas en su oído y durmamos. No nos dejemos pensar, ¿o acaso nos gusta el peligro?
Lleguemos a amarla y planeemos la Revolución. Sobornemos uno a uno a los oficiales. Dejémosla crecer. Armémosnos y tomemos su cuartel. Asesinemos al General. Colguemos su cabeza en la plaza.
Vivamos el Caos y pongámoslo en un altar. Empecemos a conocer sus limitaciones, a recordarlas. Mirémosnos con vergüenza y no digamos nada. Sepamos que algo vuelve. Mejor no lo nombremos. Levantémosnos en armas y gritemos. Demos otro Golpe. Llamémosle Verdad.

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