viernes, 29 de abril de 2011

A la perinola

¨A la perinola¨, dice un tanto cansado el flan perfecto, ¨cómo se pasa el mes¨. Y todo sin que se le caiga una idea, o cuanto menos que la redacte. Con inexplicable transparencia se sincera y confiesa escritos inconclusos, aún cuando se niega a explicar las razones de cada abandono.
A la perinola también lo que le pasó a Busse, del Rojo, ahora con secuelas de ketamina en el cuerpo, sin auto, sin perro, sin electrodomésticos y con una bellísima ex novia. El flan perfecto ha escuchado sus declaraciones en radio y no puede menos que sentir una fenomenal indiferencia; ciertas ganas, quizás, de recaer en la anestesia para caballos, amén de un pasado ligado al sueño profundo y a las drogas veterinarias. Hoy el mundo le gira diferente al pobre: los excesos se pagan con despidos y a cada despido le corresponde una hipoteca. "Un desliz y a vivir bajo la autopista", piensa y le dan ganas de llorar.
El flan perfecto se repone rápido, cambia velozmente el color de sus pensamientos. Porque siendo fin de mes, se da cuenta de que ya pasó casi un mes desde su principio y que en comparación su vida es ahora más corta. No es que no le guste vivir, pero aprovecha las estadísticas para hacer de su tiempo algo cada día más valioso. "Piensen en lo aburrido y desmotivado que debe estar el de Highlander por estos tiempos¨, invita a reflexionar.
Por otro lado, para hacer los días más largos están las jornadas de oficina y los despertadores.
Comenta el flan perfecto, a modo de anécdota, de una vez que su abuelo al oír la alarma de las siete, tiró el vaso con su dentadura postiza contra la pared y se puso el despertador en la boca, en una disparatada confusión de objetos. Se ataja al notar lo increíble de la historia y dice: "Puede también que lo haya visto en la tele. La memoria, como la juventud, con los años empieza a fallar".
Con algo de dolor, rememora la vez en la que a él mismo le robaron un despertador en el colectivo. No lo sabe con certeza pero tiene la fuerte sensación de que fue una señora que pareció tropezarse. "Donde quiera que esté, señora, espero que su pecado le haya servido de algo y ahora se levante más temprano, quizás para trabajar y variar un poco", desea en voz alta con una frase de un contenido tan duro que casi desearía haberla callado. No quiere tampoco dar explicaciones de por qué llevaba un despertador en el colectivo.
Sobre el final el flan perfecto no sabe si decir algo acerca del clima o si comentar sus peripecias a la hora de tomar decisiones en el Gran DT. Piensa que en cualquier caso se erigiría un discurso sombrío, como el otoño y como Teófilo Gutiérrez, pero apela a la fe ciega al tiempo que agudiza sus otros sentidos, y confía en que todo está a punto de cambiar.

1 comentario:

  1. La reflexion acerca de Highlander no me la esperaba, jajaj. excelente!
    Saludos Flan!

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