A falta de introducción, el flan perfecto habla bien del clima, de un enero templado, interrumpido por dos o tres rayos mortales de excesiva prensa.
Cuenta de unas cortas vacaciones en la playa, de doscientos metros de arena hirviendo para alcanzar el mar furioso, dispuesto a ahogar al primer desprevenido.
Habla de una rutina que supo ser vida. Que gracias a una peor mereció fotos y se recordará con anécdotas.
Señala las ventajas de andar en malla y con anteojos de sol, más que nada en verano, para evitar el ridículo. Confiesa que al mar bravo se lo enfrenta con cuidados, el agua hasta la cintura, el guardavidas en la orilla. Sabe de un amigo que salvó su vida de milagro y que tiene una enemistad transitoria con el océano Atlántico.
De cara al futuro el flan perfecto se impone tajante: ¨Coche cama o nada¨ cuando se trate de un viaje más allá de las fronteras naturales y artificiales de la ciudad. Volver al semi-cama sería arrojarse, cual mono, a una rama más baja en el árbol de la evolución. Y el flan perfecto no quiere vivir en el pasado, como una vez acusaron a cierta presidente, ciertos muchachotes de la oposición.
Por lo pronto enero está cubierto. El flan perfecto cumple con su escrito mensual, no pago, escasamente leído. Advierte a los lectores de los peligros del sol y del exceso de rabas y de papas fritas. Aconseja no encariñarse mucho con el verano porque el año lectivo-laborable es un invierno fueguino permanente, con rayos de sol que alcanzan apenas para míseras fotosíntesis de árboles que luego caen sobre autos, levemente reparados por seguros contra todo riesgo, que irán aumentando por una inflación permanente, genuina e impulsada por gente inescrupulosa que al mes se quejará de los aumentos y cortará calles hasta convertirlas en infiernos de insultos y violencia, servidos en cada desayuno por medios que nos llenan de paranoia y nos hacen blindarnos y pedir cárcel para adolescentes que una vez que salen seguro matan a tres sólo para cobrarse el tiempo perdido en una institución que los redujo al abandono y a condiciones que como mucho pensábamos existían en Irak.
Notas al pie:
-El flan perfecto sabe que la baja de la edad de imputabilidad es un tema complejo que no se resume en las dos líneas cargadas de dirección y simplismo que le ha dedicado.
-El flan perfecto no quiere desmerecer el clima fueguino.
-El flan perfecto aprendió en la facultad que, según teorías económicas aceptadas, el mercado de seguros es óptimo y maximiza el bienestar social.
-El flan perfecto conoce la costa argentina y es testigo de la comodidad del coche cama.
-El flan perfecto nunca ha viajado a Irak.
-Medios y paranoia es un debate aparte.
Solo el flan perfecto puede comenzar un parrafo con recomendaciones para con el sol y terminarlo con la idea q tenemos acerca de irak.jaja
ResponderEliminardivertido, pero reflexivo al mismo tiempo.
q siga durante el 2011!
abrazo!